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Antes de hablar de la historia de la Tomografía Computarizada (TC), tenemos que advertir al cardiólogo que aquí la llamaremos siempre la TC, en femenino, como es lo correcto y hacemos siempre en las ocasiones solemnes. En el trabajo diario todo el mundo se refiere a la máquina en masculino: “el Dr. Fernández está en el TAC”. Pero si usted hace una presentación y, sobre todo si es ante radiólogos, diríjase en femenino a la máquina, lo contrario no es elegante.

La TC tiene mucho que agradecer al mítico grupo The Beatles, ya que la casa EMI, gracias a las ganancias proporcionadas por estos músicos, pudo financiar las investigaciones del ingeniero Alfred Hounsfield, quien desarrolló esta tecnología. La primera exploración a un paciente se realizó en Inglaterra en 1972. Hounsfield recibió el premio Nobel en 1975.

La progresión de esta técnica ha sido espectacular, puesto que la TC secuencial evolucionó a la tecnología helicoidal. El comienzo de la “era” helicoidal fue en la segunda mitad de los ochenta, evolucionando del modelo de una sola fila de detectores al de dos filas, el ya mítico twin de la desaparecida casa Elscint, y poco más tarde a los modelos de 4, 16, 32, 40, 64, 128, 256 y 320 imágenes por rotación. Otro hito tecnológico es el doble tubo, que permite un método de adquisición especial (flash), del que hablaremos más tarde.

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