Cuando cesa el pulso de radiofrecuencia, los protones vuelven a su estado inicial, con una magnetización longitudinal y sin componente trasversal.
El tiempo que tarda la magnetización longitudinal en recuperarse se llama tiempo de relajación longitudinal, llamado también T1. Por consenso, el T1 de un tejido es el tiempo que tarda en recuperar el 63% de la magnetización longitudinal.
Al interrumpir el pulso de radiofrecuencia, los protones dejan de precesar todos al mismo tiempo, perdiendo la fase y, por tanto, la componente trasversal de la magnetización. Este tiempo es el llamado T2. El T2 de un tejido es el tiempo que emplea en perder el 63% de su magnetización transversal.
El T1 es siempre mucho más largo que el T2 (Figura 22).