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COVID-19

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Gracias a las herramientas diagnósticas y terapéuticas de las que se dispone en la actualidad se ha logrado aumentar la supervivencia del los enfermos de cáncer. Sin embargo, los tratamientos empleados pueden producir toxicidad cardiovascular que ensombrece doblemente el pronóstico: a la propia patología cardíaca se suma la necesidad de interrumpir en ocasiones el tratamiento oncológico.

Las antraciclinas son el pilar del tratamiento de tumores sólidos y hematológicos pero pueden producir disfunción ventricular. El seguimiento de los pacientes durante el tratamiento con antraciclinas se basa en la determinación de biomarcadores y la ecocardiografía. Estas técnicas son obviamente útiles, pero presentan limitaciones como la ausencia de valores de referencia establecidos en el caso de los biomarcadores o la baja reproducibilidad y detección de la disfunción ventricular una vez ya se ha desarrollado en el caso de la ecocardiografía. Sabemos que la resonancia cardíaca es el patrón de referencia en la cuantificación de la función ventricular y que además permite la caracterización tisular miocárdica. Cabría preguntarse qué valor adicional puede aportar la resonancia cardíaca en el seguimiento de los pacientes en tratamiento activo con antraciclinas. El artículo seleccionado nos parece interesante porque nos ayuda a encontrar algunas respuestas.

Publicado en Cardio RM

Una nueva charla que comparten el Profesor García Fernández, el Dr. Gómez de Diego y el Dr. Azcárate Agüero.