Se sabe desde hace muchos años que la isquemia miocárdica conduce a una movilidad anormal de las paredes cardiacas. En la contracción durante la sístole se pueden diferenciar cinco variedades: normoquinesia, que implica un normal movimiento; hipoquinesia o engrosamiento pobre del miocardio; aquinesia, cuando la región no presenta ningún movimiento; disquinesia, cuando ante una zona claramente necrótica se produce un movimiento anormal en dirección opuesta; y, por último, hiperquinesia, cuando existe un movimiento normal pero muy exagerado.
Cada segmento del corazón corresponde a una zona de riego de las arterias coronarias, así pues, la presencia de una anomalía de la contracción está indicando un mal riego de la coronaria que ocupa o que irriga el territorio afectado. La ecocardiografía bidimensional permite la reconstrucción de los segmentos del ventrículo izquierdo y, por tanto, valorar la distribución de las anomalías segmentarias de la contracción.