Pero si queremos ser “exquisitos”, a la CRMN la damos una puntuación de 10 (seria el patrón oro) y a los ultrasonidos le daríamos un 9.
Es por esto que la ecocardiografía es la técnica que el cardiólogo utiliza de rutina para los cálculos de la función cardiaca (se pueden hacer muchas cosas con un 9 de puntuación), pero, de manera excepcional, podemos no quedarnos satisfechos y necesitar una técnica 10.
Esto sucede, básicamente, en dos situaciones: cuando queremos ser muy precisos en la evolución de estos parámetros en la toma de decisiones clínicas: el ejemplo típico es un paciente con insuficiencia aórtica en el límite de la cirugía (para ver cambios mínimos y precisos utiliza una técnica 10); cuando estamos haciendo un trabajo de investigación clínica en el que precisamos ser muy exactos con los cambios en volúmenes o FE, la CRMN nos permite ser exactos y utilizar un número de muestra menor.