El diagnóstico de la miocardiopatía inflamatoria aguda (MIA) continúa siendo un reto en la actualidad. La resonancia magnética nuclear (RMN) constituye una prueba clave gracias a su capacidad para detectar la presencia de edema miocárdico, hiperemia o fibrosis. La tomografía por emisión de positrones (PET), podría constituir una forma más directa para la identificar la MIA y cuantificar su actividad metabólica.